
¿Qué culpa tiene la más bella rosa
de ser tan hermosa?
No se la puede culpar.
¿Qué culpa tiene el salvaje caballo
de ser indomable y no vasallo?
No se le puede culpar.
¿Qué culpa tiene el ancho cielo
de que las aves hagan su vuelo?
No se le puede culpar.
¿Qué culpa tiene el fuego
de que arder sea su juego?
No se le puede culpar.
¿Qué culpa tiene el agua del mar
de poder fluir o golpear?
No se la puede culpar.
Entonces, ¿qué culpa tiene ella
de ser atractiva, inteligente y bella?
No se la puede culpar,
es su naturaleza,
asúmelo y madura,
no es ninguna rareza,
un tesoro a venerar
que debes valorar más,
si no sabes lo que tienes
al final lo perderás.
No intentes tenerla presa
en una jaula de oro,
la jugada saldrá mal
y tú te verás muy solo.
Ponla en un pedestal,
el lugar que corresponde
y póstrate ante sus pies
no importa cuando ni dónde.
Recuerda siempre una cosa,
por las buenas es mejor,
y no olvides nunca otra:
por las malas, la peor.
MUY BUENO.
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¡Muchas gracias! Un abrazo.
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